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Sin duda, la receta electrónica ha supuesto un gran avance en cuanto a la agilidad, comodidad, seguridad y eficiencia del proceso de prescripción de medicamentos. De hecho, en la sanidad pública su uso está totalmente generalizado, con una tasa de implantación cercana al 100%.
Sin embargo, en el sector privado, su avance está siendo mucho más lento y progresivo. Desde luego, la crisis sanitaria del COVID-19 supuso un importante acicate para su adopción, aunque todavía queda mucho por hacer.
A continuación veremos en qué consiste la receta electrónica, cuáles son sus principales ventajas y cómo funciona este sistema de prescripciones en el ámbito digital.
Qué es la receta electrónica: definición y normativa
Podemos definir la receta electrónica como un documento o archivo en formato digital, de carácter sanitario, normalizado y obligatorio, mediante el que un profesional sanitario (debidamente habilitado para ello) prescribe a su paciente los medicamentos o productos sanitarios que así lo exijan, para su dispensación en una farmacia.
Esta definición es prácticamente la misma que recoge el Real Decreto 1718/2010, de 17 de diciembre, sobre receta médica y órdenes de dispensación. De hecho, esta es la norma fundamental que regula la receta médica en España, y se aplica tanto a las tradicionales prescripciones en papel como a la receta electrónica, en la sanidad pública y en la privada.
Así, entre otras cuestiones, este Real Decreto indica cuál debe ser el contenido mínimo de la receta electrónica:
- Datos del paciente (nombre y apellidos, fecha de nacimiento, etc.).
- Información sobre el medicamento (denominación, principio activo, posología, vía y modo de administración…).
- Datos del prescriptor (es decir, identificación del profesional médico, odontólogo o podólogo).
- Otros datos (fecha, número de orden, etc.).
- Código o número de identificación electrónica de la prescripción de cada medicamento y producto sanitario.
- Información de la relación activa de medicamentos correspondiente a los tratamientos en curso para ese paciente en concreto.
Este contenido mínimo es aplicable tanto en el ámbito sanitario público como en el privado.
Beneficios de las recetas electrónicas
Las principales ventajas de la receta en formato electrónico son las siguientes:
Evita desplazamientos
Por ejemplo, esto es especialmente importante para pacientes con movilidad reducida o que vivan lejos del centro médico. También permiten una mayor comodidad en la renovación de tratamientos y previenen posibles contagios al no tener que acudir a consulta.Además, en cualquier farmacia del territorio nacional se podrá ver mi receta electrónica, con independencia del lugar donde yo resida o donde se ubique el profesional médico en cuestión.
Ofrece mayor seguridad
Con la receta electrónica se previenen posibles errores que podían darse en la lectura de la prescripción en papel y se evita la posibilidad de pérdida de la receta. Además, existe un registro electrónico de todas las prescripciones y tratamientos en curso, que resulta muy difícil de alterar o falsificar.
Beneficios medioambientales
Además de los beneficios asociados a un menor número de desplazamientos de los pacientes, se minimizan los gastos de papel e impresión que conllevaban las prescripciones en formato papel. Por otra parte, la mayor eficiencia del proceso y la facilidad de seguimiento, podrían incidir en un mejor uso y un menor desperdicio de medicamentos.
Diferencias entre la receta médica en papel y la receta electrónica
Fundamentalmente, la diferencia entre la receta en papel y la receta electrónica radica en el formato del documento.
Así, la primera se plasma en un documento físico, que se entrega al paciente en mano. Por su parte, la receta electrónica se recoge en un archivo o documento digital, que no es necesario imprimir y que se transmite telemáticamente a la plataforma electrónica de prescripciones que utilizan las farmacias.
No obstante, la normativa sí indica que, «al efectuar la prescripción mediante el sistema de receta electrónica, se imprimirá y deberá ser entregado al paciente un documento de información del tratamiento prescrito» (artículo 8.6 RD 1718/2010). No obstante, no parece improbable que esta exigencia vaya desapareciendo, a medida que se generalice la receta electrónica en todos los ámbitos.
Las restantes diferencias se refieren más bien al procedimiento de dispensación en farmacia que al documento en sí. Y es que, como señala la norma, tanto las recetas electrónicas como las de formato papel tienen prácticamente el mismo contenido.
¿Son seguras las recetas digitales?
Como hemos dicho, las recetas electrónicas añaden una capa extra de seguridad respecto de las tradicionales prescripciones en papel.
En este sentido, la receta física era un documento que se prestaba a las falsificaciones, siendo estas relativamente habituales durante muchos años.
Sin embargo, el sistema de prescripción de recetas digitales, especialmente en el ámbito público, funciona a través de un sistema centralizado en el que los médicos y demás profesionales deben identificarse de forma fehaciente. Posteriormente, serán los farmacéuticos quienes accedan a la plataforma con su propia identificación, para consultar directamente la receta y despacharla.
Por tanto, no hay intermediarios ni se necesita trasladar físicamente el documento en papel, previniéndose posibles alteraciones de la receta (cambios de medicamento o posología) o, directamente, su total falsificación.
Los sistemas de receta electrónica que se están implantando en el ámbito privado (por ejemplo, REMPe), incorporan la identificación segura a través de certificado digital, así como la firma electrónica de la prescripción.
Así, aunque este no sea uno de los ejemplos típicos que se citan al plantearse para qué sirve la firma electrónica, sin duda es uno de los de mayor utilidad práctica en el ámbito sanitario.
Cómo emitir una receta digital
El procedimiento para emitir una receta en formato electrónico va a depender de la herramienta o plataforma que se utilice en cada caso. Por tanto, puede haber ciertas diferencias entre los sistemas sanitarios públicos y el privado. No obstante, los pasos fundamentales van a ser muy parecidos.
De este modo, el proceso consistirá, básicamente, en lo siguiente:
- Acceder a la plataforma de receta electrónica que se utilice (ya sea del Sistema Nacional de Salud o una herramienta de la sanidad privada, como REMPe). Para ello, deberá utilizarse el sistema de autenticación que proceda en cada caso: DNIe, certificado digital, tarjeta criptográfica específica, etc.
- Dar de alta una nueva receta digital y rellenar los datos que exija el sistema. Como hemos visto, es necesario identificar al paciente, incorporar toda la información relativa al medicamento y su forma de administración, etc.
- Confirmar la prescripción. Dependiendo del sistema utilizado, este último paso puede ser ligeramente distinto. No obstante, es habitual que se requiera la firma electrónica expresa a través de certificado digital o bien alguna alternativa igualmente válida a efectos legales. Si no sabes cómo firmar electrónicamente, tienes más información en el enlace anterior, referido a la plataforma de Signaturit.
- Despacho del medicamento. Desde la oficina de farmacia, el profesional podrá acceder a la plataforma electrónica tras identificar al paciente in situ. Ahí podrá consultar la receta electrónica y despachar el medicamento preciso y en la dosis adecuada.
En definitiva, la receta electrónica ofrece innumerables ventajas respecto de las tradicionales prescripciones en papel. Así parece confirmarlo la rápida adopción de este sistema en el sector público y la progresiva incorporación de los profesionales de la sanidad privada.
Sin duda, la crisis sanitaria de 2020 ha supuesto el impulso definitivo a esta tecnología, que facilita la vida de los pacientes y que, desde luego, parece no tener vuelta atrás.
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